domingo, 12 de diciembre de 2010

Violencia.

Rodeados de violencia. Así vivimos. Vos, yo, nosotros.
¿Nosotros? Ya no hay un nosotros, es uno contra todos y todos contra uno. De esta manera convivimos, de esta manera sobrevivimos. De esta forma creemos "vivir".
Pasamos un límite. La Supervivencia del más Fuerte que algún día Darwin nos enseñó fue superada por nuestra ambición. Antes la violencia era algo sublime, algo natural, algo que venía en el paquete que nos dieron cuando entramos a este lugar. La violencia de la naturaleza, la que no podemos controlar (y nunca podremos), esa es a la que verdaderamente tememos, la que nos controla. Una violencia real, necesaria y hasta poética.
Pero no nos alcanzó, como nunca nos alcanza nada.
Creamos nuevas formas de violencia, siempre tratando de parecernos a eso más grande que nosotros que queremos imitar. Ya lo dije, nunca nos alcanza nada y no nos conformamos con ser "simples humanos". Nuestro ego siempre nos impidió crecer y lo sigue haciendo. Porque esta Tierra, este planeta, se rige por el tamaño de nuestros egos.
Así, buscando superar lo que nos creó, buscando ser más de lo que somos (o fuimos condenados a ser, depende de tu punto de vista) construimos nuevas formas de hacer rugir la ira como un león. Nuevas formas de devorarnos los unos a los otros. Ampliamos el espectro y para sentirnos satisfechos con nuestra creación, aplicamos nuestras nuevas posesiones en cada acto de nuestra vida.
Pero ¿cómo son nuestras pequeñas creaciones? ¿Qué son?
Son débiles intentos de autoridad. Son cobardías amontonadas bajo la bandera de "compromiso". Son los reflejos más oscuros del poder. La violencia es un escudo contra la violencia interna que todos tenemos. Nacimos con ella, la cultivamos durante toda nuestra vida y está ahí, arraigada dentro nuestro por una razón. Porque es una violencia natural y toda naturaleza existe para modificar algo. Pueden haber algunas bajas en la camino, uno podrá salir lastimado, pero la realidad fue cambiada. Ese enojo, esa ira, esa violencia, debe servirnos como un motor para cambiar lo que nos fogonea esta llama. No para quemar a otros.
Déjenme explayarme en cada característica.

"Débiles intentos de autoridad".
Quien ataca quiere someter, quiere sentirse más que el otro. Lo repito, nunca nos alcanza nada. Nunca estaremos satisfechos con quienes somos así que debemos hacer que el otro sea peor que nosotros. Cualquier excusa es útil: "Yo soy mejor que vos porque vos sos..." Y así comienza la enumeración de diferencias naturales y hermosas que tenemos como seres humanos, diferencias que de forma fructífera hoy convertimos en defectos. Aquí comienzan las violencias "menos importantes" para muchas personas, ya que nadie muere. Nadie sangra. Necesitamos ver sangre, las lágrimas son demasiado transparentes. Estas violencias son: la violencia verbal, la emocional, la psicológica, etc. Abusamos, abusamos, abusamos. Tomamos todo lo que podemos del otro hasta dejarlo vacío y este otro irá a buscar a quien vaciar para poder llenarse. Pero nunca nos alcanza nada, nunca estaremos llenos. Y este cáncer se propaga por nuestras células.

"Cobardías amontonadas bajo la bandera de "compromiso"".
Soy una ferviente creyente que la violencia artificial nunca es el único medio. Aunque nos quieran hacer creer que sí. Cortando calles, quemando llantas, con palos en las manos y un grito en el cielo dicen defender la miseria del otro haciendo miserables a otros tantos. Cobardías amontonadas bajo la bandera del "compromiso". Muchos te responderán "no hay otra forma de ganar, no podemos vencer a algo tan fuerte sin la violencia". Eso es ser cobarde. La valentía no se mide en cuántos monumentos rompas, cuántas ventanas destroces. Se mide en cuántas protegés. Siempre es fácil destruir, es rápido y efectivo. Construir lleva tiempo y debemos confiar en nosotros y en que el trabajo será cumplido como soñamos. Debemos confiar en nosotros. Uno no cree posible vencer a ese enemigo jugando con él, trabajando a su alrededor hasta que se vea encerrado en la celda que él mismo construyó. Imposible vencerlo con la palabra, con el arte, no con el grito sino con la voz. Parece ser más fácil promover esta violencia que hoy vemos día a día en todos lados, la violencia que nosotros, sí, nosotros, también aplaudimos.

"Los reflejos más oscuros del poder".
No hablo solo de lo obvio. Todos pensamos en lo políticos, en los que "gobiernan". Un error inmediato que debemos erradicar de nuestra mente. ¿Por qué estamos tan convencidos que ellos son quienes tienen el poder? Ellos son como nosotros, la única diferencia es que usan un traje más caro.
Tampoco es tener poder gritar apoyando el poder de otro que nunca nos quiso hacer poderosos.
Estos reflejos de los que hablo son las medidas de emergencia, a lo que recurrimos cuando sentimos que nuestro pedestal se está enterrando en el barro, que nuestra corona se cayó para romperse en mil pedazos. En ese momento levantamos el puño fingiendo defender una causa poderosa cuando, en realidad, estamos defendiendo la causa que nos hace poderosos. Y así el ejercicio del poderoso y el débil prosigue. Si la cadena se está por cortar, la violencia artifical es nuestra más fiel amiga y pondrá a nuestro subordinado al alcance de nuestra merced. Esto lo hacemos todos, no los políticos que pueden manejar a policías trabajadores como peones de un gran ajedrez, lo hacemos nosotros cada vez que insultamos al perder la razón. Cada vez que decidimos tachar en vez de borrar y volver a escribir.

La naturaleza es sabia y siempre será más grande que nosotros. El problema reside en que nosotros no sabemos cuán grande realmente somos. Sólo nos enfocamos en cuán grande nunca podremos ser.
Si el ser humano pudiese entender el gran poder que posee para modificar la realidad con la violencia orgánica con la que nació, dejaría de utilizar estas violencias artificiales.
Como las flores artificiales que superan en longevidad a las naturales pero nunca tendrán perfume.

Esta es mi opinión.
Así uso mi violencia.

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